lunes, 14 de junio de 2021

Las aventuras de un abuelo cebolleta actualizando el pc


 Mi pc tiene ya un par de lustros largos, y aunque me presta servicio perfectamente, cualquier ayudita que reciba es bienvenida para que pueda seguir en la brecha.


Imagina la alegría cuando alguien decidió cambiar su SSD porque se le quedaba pequeño y pasármelo a mi para sustituir a mi vetusto Western Digital mecánico.


El disco en cuestión es un NMVe M.2 PCI. Lo cual se traduce por una cara extrañeza por mi parte y un no saber ni por casualidad donde o como se enchufaba aquello. Solo sabia que los discos solidos podían tener un interfaz SATA como los tradicionales mecánicos o uno mucho más moderno, llamado M.2

Lo primero que hice consistió en buscar el modelo de placa base que sustenta mi pc. Tras una breve consulta a Mr. Google tuve en mis manos el manual de instalación. Otra breve búsqueda seguida de un “mierdaNOhayDONDEconectarlo” casi me hace desistir, pero encontré que estos discos se pueden conectar, adaptador mediante, al bus PCI del pc. ¡Y eso si lo tengo! Una pasadita por Aliexpress y me encontré con uno de esos adaptadores a un precio realmente ridículo. 



El adaptador llego bastante rápido teniendo en cuenta el trayecto desde China. Monté el disco en el y lo conecté. Y Nuevo revés. La BIOS ni se entera de que está allí. Volví a arrancar desde mi viejo disco y continua el espectáculo. Gparted si lo detecta. ¿Lo podré montar? ¡Por supuesto que no!


Y como dice la vieja fábula, sonó la flauta por casualidad. Me dio por pensar que estaba formateado para Windows y a lo mejor incluso con BitLocker. Formateado y funcionando. Rearranco el equipo y cuando entro en la BIOS para seleccionar el arranque desde el USB-Live… Adivina… El disco estaba allí y era seleccionable. Cosa que evidentemente no hice, porque estaba recién formateado y sin nada en sus tripas.


Ya en el instalador de Debian, caigo en el primer error. Mi disco principal, con todos mis datos está enchufado. Como se me vaya la mano y pulse donde no es… Pero llegamos a formatear y el disco y el disco no es un SDX sino que Debian se entera de que es un NVME, con lo que lo puedo seleccionar muy contento sin miedo a equivocarme.


Se formatea en un visto y no visto y empieza la instalación del sistema. Hasta que empieza a tirarme errores porque no encontraba la mitad de los ficheros que quería descargar. ¿Pero cuando creé este instalador? Pues debe de tener también sus añitos. En fin, volvemos al sistema antiguo, me descargo una nueva ISO, la paso al USB…


Repetimos el proceso, formateamos otra vez el NVME, instalamos… y llega el turno de GRUB. Detecta correctamente la instalación que tiene mi viejo disco y la nueva y se instala sin más novedad. ¡Ya puedes reiniciar el equipo y probar tu nueva instalación!


Y para mi desconcierto, mi equipo está tratando de arrancar desde la tarjeta de red. 


Entro en la BIOS, le indico que quiero arrancar desde el disco nuevo… y otra vez la tarjeta de red. ¿Lo mismo tengo que deshabilitar la UEFI? Lo intento y… no. Bueno, habrá que investigar un poco, volveré a mi sistema de toda la vida y… ¡Maldita sea! ¡Otra vez intentando arrancar desde la tarjeta de red! ¡A que me he cargado algo! Gotas de sudor en mi frente mientras miro el disco de backups allí en lontananza, criando polvo. ¡Ah, la UEFI! La vuelvo a activar y por fin puedo entrar en mi viejo Debian. Miro el disco nuevo… y allí está, con sus ficheritos y sus carpetitas…


Pues si desde aquí se ve, pasemos al plan B. Vamos a actualizar GRUB. Y efectivamente, GRUB detecta la vieja y la nueva instalación sin problemas y lo configura todo.


Enésimo reinicio, selecciono la instalación nueva y un mensaje de GRUB me dice que no encuentra el dispositivo especificado. ¿Sera que tengo que instalar sin la UEFI? Pues ale, al tema.


El caso es que, si desactivo la UEFI, la instalación vuelve a realizarse sin problemas, pero esto no arranca y además la instalación antigua necesita que la BIOS esté configurada con UEFI para arrancar.


Vuelta al sistema antiguo. El bote donde echar monedas por cada blasfemia lleno a rebosar y yo mirando en Google. Y llega el notición. Mi placa es tan vieja que, aunque pueda reconocer el disco si está en un adaptador PCI, no puede arrancar desde el. Pues yo, cabezota de mí, no me lo creo. Le voy a achuchar a esto un Windows a ver si funciona o no. Y como habrás imaginado, no, no funciona. De hecho, ni se deja instalar en el NVME.


Pasemos al plan B. Otro adaptador de Aliexpress, pero en lugar de para bus PCI, para SATA. También un precio ridículo y una llegada rápida. 


¡Qué raro! En este adaptador el disco va al revés, con los chips hacia la placa. 


¡Esto no funciona! No lo detecta la BIOS.


¡¡Ostras!! Esto está que arde. 


Otra vez a San Google y descubro que el M.2 solo es un formato de conector, al que se pueden poner discos SATA y PCI. Por eso mi disco entraba al revés. Y no, no hay adaptadores de M.2 PCI a SATA, solo de M.2 SATA a SATA.


Como soy un cabezota y he dado mil vueltas por Aliexpress buscando adaptadores, ahora me están bombardeando con publicidad de discos… ¡Y mira por donde hay uno por 15€! Si, ya se que si estornudo cerca del disco se le caen los bits al suelo, pero he dicho que quiero disco SSD y quiero SSD.


Bueno, pues el disco llegó, instalé y...



Y es que resulta que mi placa no solo necesita arrancar desde un SATA, sino que la muy hija de su simpática madre necesita que ese SATA sea el 1 o 2.


Pero bueno, por fin tengo un equipo que arranca como un tiro. San Chu-Lin nos proteja.

3 comentarios:

  1. Muy bien por tu tenazidad, yo tengo un pentium IV con el micro cogido con una brida desde hace años.

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    1. Mas que tenacidad, cabezoneria.
      Asombroso que esa brida no se halla fundido con el calor que suelta un P4.

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    2. Pues lleva muchos años, no creía tampoco que fuera a aguantar tanto.

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prekes sodui