Ya has creado tu LiveUSB tal como vimos en el artículo anterior, lo has probado, has cambiado varias veces de distribución y has decidido que le das una oportunidad, aunque solo lo vas a usar a ratitos. Quieres ver si es verdad que puede vivir junto con tu Windows y si además es cierto que puede ir aún más rápido.
Pero aquí es donde empiezan tus problemas con Linux. Bueno, en realidad no es con Linux, es con Windows, que quiere todo el disco para él y no deja un huequito a Linux. Tendremos que apretujar un poco Windows para abrirle algo de sitio a Linux. Tranquilo, que no es difícil.
En primer lugar, debemos asegurarnos de tener al menos 60 o 100 Gb libres para poder recortar este espacio de la partición de Windows. Cierto es que podemos instalar Linux en una partición de mucho menos, pero conforme te acostumbres a Linux, lo utilizaras más y más, instalaras programas, descargaras contenidos de internet... En fin, que harás tu vida cada vez más con Linux y no querrás quedarte sin espacio demasiado pronto.
Si tu disco no es un SSD, es muy conveniente que lo desfragmentes. Windows lo agradecerá aumentando su velocidad y para el proceso que vamos a realizar a continuación nos vendrá de perilla y nos quitara problemas de encima.
Empecemos a lo fácil. Le podemos pedir a Cortana que nos de acceso a las herramientas administrativas, que es desde donde se configuran las tripas de Windows.
Pero aquí es donde empiezan tus problemas con Linux. Bueno, en realidad no es con Linux, es con Windows, que quiere todo el disco para él y no deja un huequito a Linux. Tendremos que apretujar un poco Windows para abrirle algo de sitio a Linux. Tranquilo, que no es difícil.
En primer lugar, debemos asegurarnos de tener al menos 60 o 100 Gb libres para poder recortar este espacio de la partición de Windows. Cierto es que podemos instalar Linux en una partición de mucho menos, pero conforme te acostumbres a Linux, lo utilizaras más y más, instalaras programas, descargaras contenidos de internet... En fin, que harás tu vida cada vez más con Linux y no querrás quedarte sin espacio demasiado pronto.
Si tu disco no es un SSD, es muy conveniente que lo desfragmentes. Windows lo agradecerá aumentando su velocidad y para el proceso que vamos a realizar a continuación nos vendrá de perilla y nos quitara problemas de encima.
Empecemos a lo fácil. Le podemos pedir a Cortana que nos de acceso a las herramientas administrativas, que es desde donde se configuran las tripas de Windows.
Evidentemente, lo que tenemos que administrar es el equipo que tenemos entre las manos, por lo que seleccionaremos Administración de equipos.
¿Queríamos hacer hueco en el disco duro? Pues tendremos que ir a la opción de Almacenamiento.
Aquí encontrarás todos tus discos. Entre ellos estará el disco C: que es de donde vamos a sacar el espacio. También te puedes encontrar otros discos, discos de recuperación, unidades USB conectadas... No toques nada de eso a no ser que estés muy seguro de lo que haces.
Pulsamos en el disco C: con el botón derecho del ratón y en el menú contextual encontraremos lo que buscamos, la opción de Reducir el volumen.
Le decimos la cantidad de disco que queremos liberar, en megas. Tira de calculadora, cada giga son 1024 megas. Y por supuesto, no puedes quitar más espacio del disponible.
Y ya tenemos aquí un espacio en negro sin utilizar de ninguna manera que será el que en el próximo artículo utilizaremos para instalar nuestra distribución favorita.
Ya estamos a punto de entrar de verdad en el mundo de Linux, Pero para eso tendrás que esperar un poquito más.
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