Bueno, ya hemos instalado Linux, y ha llegado el momento de utilizarlo. En un primer momento es cuando realmente tendremos un problema. No porque no tengamos una herramienta capaz de hacer todo lo que necesitamos, ni porque haya grandes cosas que configurar ni porque Linux en sí sea difícil. Sencillamente, nuestra cabeza está en Windows, y tenemos que cambiar el chip, ubicar donde tenemos las herramientas y programas, saber dónde están nuestras cosas y adaptarnos a los pocos cambios que realmente nos van a afectar.
Pero tranquilo, si has usado XP, Windows 7, Windows 8 y Windows 10, este cambio será casi igual que cuando has cambiado de una versión a otra.
El mayor problema que nos encontramos es que aquí somos libres. En Windows tenías el escritorio que Microsoft quería y apenas podías cambiar más que el tapiz de fondo. Aquí tanto el escritorio como las aplicaciones más comunes son personalizables y tienes una buena cantidad de opciones para ellas. Así que no puedo decirte que pinches el botón que hay abajo a la izquierda, porque tal vez tu hayas elegido cambiar ese botón por un menú o ponerlo a la derecha arriba.
Así pues, nuestra primera misión es encontrar donde están los accesos a las aplicaciones, carpetas y configuraciones, cosa que depende del entorno de escritorio que decidas usar. Por cierto, que no te he comentado que puedes cambiar ese entorno rápidamente sin necesidad ni tan siquiera de reiniciar.
Como ya he dicho que ahora mismo a un novato le recomendaría MX Linux, empezaremos por echar un vistazo su aspecto y donde debemos dirigirnos.
A la izquierda tenemos una barra con todos los accesos que necesitamos, dejando así un espacio optimo aprovechable en las pantallas panorámicas que dominan hoy en día. Arriba un botón con el que podemos apagar, reiniciar o cerrar sesión, todo bien a mano. Abajo un botón de menú donde tendremos acceso a las aplicaciones instaladas, y sobre este, los típicos indicadores de red, volumen, escritorio virtual... Y en medio de todo esto, los accesos a las aplicaciones que tenemos abiertas.
En el botón del menú tendremos acceso a nuestro usuario, configuración y cambio de sesión en la parte superior, justo encima de un buscador de aplicaciones. Mas abajo, tenemos dos columnas, una con los tipos de aplicación a la derecha y otra con todas las aplicaciones del tipo seleccionado que tengamos instaladas. En definitiva, un orden bastante más lógico que ordenar las aplicaciones por orden alfabético como en Windows.
El escritorio más popular, y el que desde hace poco ha vuelto a la archiconocida Ubuntu, es Gnome. Aquí nos encontramos con un diseño muy minimalista que solo nos muestra una barra superior con algunos indicadores a la derecha y las Actividades a la izquierda.
Pulsando sobre estas actividades se desplegará a nuestra izquierda un lanzador con las aplicaciones más comunes y un botón para el acceso al resto de aplicaciones.
Un escritorio que también cuenta con una infinidad de seguidores y que une belleza y optimización de recursos es KDE Plasma.
Evolución de siempre popular y bonito KDE, nos muestra una única barra inferior donde un botón al más puro estilo Windows nos despliega un menú donde unas pestañas nos dan acceso a las aplicaciones favoritas, a todas las aplicaciones y a las carpetas más significativas del sistema. Amén de permitirnos salir, reiniciar o cerrar sesión.
Mi favorito es Mate, heredero del clásico Gnome, nos muestra dos barras de herramientas, una inferior donde podemos colocar algunos accesos a aplicaciones frecuentes y donde tendremos el acceso a los programas abiertos y otra barra superior donde además de los sempiternos indicadores de red, volumen, el reloj... Lo más distinto en este caso es que a la izquierda de esta barra superior encontraremos el acceso a las aplicaciones, de nuevo ordenadas por temáticas, pero también un acceso diferenciado a las carpetas más comunes y un acceso a la zona administrativa y de configuración.
Ahora que ya sabemos dónde están los programas, nos conviene adentrarnos en la estructura de discos. En Linux, no existe el disco C: y el disco D: Él lo organiza todo desde un punto inicial llamado raíz que se representa con el símbolo /. Todo viene a partir de este principio de archivos. Por ejemplo, en Windows las carpetas de usuarios están en la unidad C; dentro de la carpeta llamada Users donde hay una carpeta para cada usuario. Análogamente, en Linux tenemos una carpeta llamada /home dentro de la cual hay una carpeta propiedad exclusiva de cada usuario, y en la que además de estar sitios como su escritorio o su carpeta de descargas, están una amplia variedad de carpetas con configuraciones y temporales de aplicaciones. De esta manera, tu configuración personal está a salvo en tus dominios, y sin mezclarse con la configuración del sistema y de otros usuarios como ocurre con el registro de Windows.
Todo esto está muy bien, pero seguro que te estas preguntando qué ocurre cuando pinchas un pendrive o insertas un DVD. He dicho que Linux no reconoce varios discos, y que todo está en / así que te preguntarás como se come esto. Bien, cuando añadimos algún tipo de almacenamiento, este se “monta” dentro de la estructura existente. Si recuerdas cuando hablamos de la instalación de MX Linux, te decía que la carpeta de usuarios se puede montar en una partición o incluso en un disco diferente. De esta manera, podemos tener dos discos pequeños, uno con el sistema y otro con los datos de usuario, formando un todo más grande.
Es posible configurar en que punto exacto de toda la estructura de archivos se “monte” un disco, fijo o removible. Yo por ejemplo tengo un disco externo con los datos que deseo guardar, y este aparece siempre en el mismo lugar cuando lo enchufo. Por otro lado, los pendrives, tarjetas de memoria y demás almacenamientos que vamos a usar en ocasiones, suelen auto montarse dentro de una carpeta llamada /media, Los sistemas más populares lo que hacen es crear dentro de /media una carpeta con tu usuario y luego dentro de esta una con el nombre del dispositivo y todo su contenido. De esta manera, cualquiera que inserte un almacenamiento portátil lo tendrá a su disposición sin preocuparse de nada.
Con esto ya puedes empezar a curiosear, con la tranquilidad de que mientras seas un usuario normal, no podrás ver las pertenencias de otro usuario si este no te da antes permisos y de que no podrás tocar nada sensible del sistema. Vamos, que no podrás borrar win32.dll como hizo una vez mi hermano porque no tenía casi espacio en disco.
Y para la próxima entrega dejamos el conocer los programas más comunes y socorridos para el día a día, entre los que se encuentran viejos conocidos como Firefox, imprescindibles como VLC o joyas como K3B.
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