Un día en el lado del mal

Paradojas de la tecnología, mi viejo PC sigue trabajando con un disco IDE de más de 10 años y sin un solo sector defectuoso. Mi nuevo acaba de volver del servicio técnico tras apenas unos meses por que el disco duro ha pasado a mejor vida. Lo malo del asunto es que he estado un par de semanas sin ordenador. Lo bueno, que ha venido con un Windows 10 Home que puedo cacharrear sin miedo.

Vamos a echarle un vistazo rápido al lado del mal.

Para empezar, punto para los chicos de Redmond. El arranque del equipo es rápido, y mucho más elegante que la pantalla en negro escupiendo información sobre procesos arrancados que muestra mi habitual Debian.

El aspecto gráfico, es un poco paradójico. El fondo de escritorio con la ventana iluminada es bastante agradable, aunque parezca que vayamos a ser abducidos en cualquier momento, pero la barra de tareas es como un pegote negro con un buscador gris enorme junto al botón de Windows y unos cuantos iconos horribles con esa manía de simplificar colores que últimamente se llama diseño minimalista.

Pulsar el botón de Windows y preguntarse qué narices estaban pensando los programadores cuando pergeñaron semejante bazofia es todo uno. Puedo ver un epígrafe llamado “Más usadas” con maravillas como la calculadora o descargar Skype. Dos áreas inmensas, una llamada “La vida, en un vistazo”, que contiene imprescindibles como la tienda de Microsoft o Atresplayer y otra llamada “Jugar y explorar” donde acceder a maravillas como Xbox o el solitario. ¿Y dónde demonios están mis programas y mis carpetas? Pues escondidas en un rinconcito a la izquierda, abajo. Total, quien quiere el PC para currar y no para ver las maravillosas series de Antena3.

Pero olvidémonos del horrible menú de aplicaciones y tratemos de hacer algo útil. Por ejemplo, abrir Edge y descargar Chrome. El navegador se abre en un suspiro, tiene un aspecto tan minimalista que me costó un ratito encontrar una cosa que ellos llaman Hub y que es donde se engloban los favoritos, el historial y las descargas. Tiene la mala costumbre de usar de inicio una única barra de direcciones/búsquedas, que me recuerda a los navegadores de las tablets, pero en una pantalla de 17 pulgadas. Y carece por completo de complementos, así que me puedo ir olvidando de mi amigo Lastpass. La navegación va fluida, aunque Chrome sigue siendo más rápido, y las páginas que he visitado funcionan bien y sin problemas aparentes. Las risas vienen cuando descargas algo.

Y es que como ya digo, lo primero que quiera era instalar Chrome. La notificación de la descarga ocupa una porción brutal de la pantalla y al cerrarla… Llámame torpe, pero me costó Dios y ayuda encontrar donde estaban las descargas. Y para colmo de males, al finalizar la descarga se dedica a realizar un análisis de seguridad por su cuenta y riesgo, que se demoró lo suyo. Y eso que era un ejecutable pequeñito.

Por supuesto, puedes ir olvidándote de acceder a las comparticiones NFS que tengas en la red salvo que tu versión sea la Ultimate y actives esta característica, que por defecto viene desactivada. Tampoco te molestes en tratar de acceder a discos formateados con Ext3 o Ext4 salvo que busques algún programa de terceros que aporte esta capacidad. Y si pones en el buscador de la barra de tareas SSH, puedes oír las risas provenientes de los desarrolladores.

Una cosa que si me gusta, es que puedo acceder a una versión de prueba de un mes de Office 365. La instalación se toma su tiempo, pero merece la pena. Confieso que Office me gusta mucho más que Libreoffice, y su corrector ortográfico y sintáctico seguro que lo puedes apreciar en este artículo. No me entendáis mal, Libreoffice está muy bien, pero a un mundo de distancia en cuanto a la estética y la compatibilidad con los formatos de Microsoft no es lo buena que quisiéramos.

He tratado de instalar un programa que teóricamente me permitirá acceder por SFTP a mis equipos Linux en red y después de buscar en Bing, descargar el programa, sufrir su análisis de seguridad y lanzar el instalador. Llegados a ese momento donde cierras el instalador y marcas la casilla de ejecutar la aplicación… ¡se ha acordado de que necesitaba .Net! Afortunadamente él ha buscado solito lo que necesitaba instalar y lo ha instalado. Eso sí, sin olvidar decirme que debía reiniciar el equipo.

Por lo demás, el equipo va fluido a pesar de no ser el último berrido en tecnología, ya he instalado un crack para la licencia, un anti-malware y estoy buscando un antivirus. En cuanto lo tenga, Windows estará en perfectas condiciones para no ser arrancado en mucho tiempo, mientras que mi Stretch siga en buena forma.

Y no es que esté mal, pero…