lunes, 6 de septiembre de 2021

Volviendo a ejecutar Adobe Flash


 Cacharreando con un viejo disco de datos, aparecieron unas vetustas presentaciones que hice años atrás cuando estudié Flash y unos cuantos juegos en igual formato de la época en la que minijuego era sinónimo de Adobe Flash.

Me entró la morriña y me apetecía volver a ver esas presentaciones y jugar esos juegos. Pero Flash nunca se ha llevado del todo bien con Linux y para rematar la faena, lleva muerto una eternidad, hablando en tiempo informático.

¿Es posible darse un paseo nostálgico sin recurrir a un ordenador del Museo Arqueológico?

Las primeras pesquisas indicaban que era más fácil resucitar a Akenatón que ejecutar aquellas presentaciones. Que si recurrir a Firefox 3.6, que si crear una máquina virtual con Windows 95… Todo demasiado engorroso para un simple ataque de abuelitis.

Pero al final encontré una solución sencilla, rápida y no todo lo insegura que pudiera parecer al hablar de Flash Player. Los proyectores de Flash.

Flash era un plugin que se instalaba en cualquier navegador de su época, pero también había unos programas llamados proyectores, en los que se ejecutaban directamente las aplicaciones swf sin necesidad de nada más. Y por increíble que parezca, esos proyectores siguen siendo descargables desde el sitio oficial de Adobe. 

 En el sitio de Adobe, lo que obtenemos es un fichero .tar.gz que contiene el ejecutable, un .pdf con la licencia y una carpeta con la licencia LGPL. A nosotros solo nos hace falta el ejecutable, que descomprimiremos en algún sitio que nos sea cómodo para después hacerle clic derecho, ir a sus propiedades y darle permisos de ejecución. ¡Menudo ejecutable sería si no!

Y ya que tenemos el ejecutable entre nuestras manos, y que lo hemos convertido en ejecutable, solo nos queda… ¡ejecutarlo!

La funcionalidad del programa es bastante sencilla, solamente tenemos que abrir el fichero que nos interese y mientras nos acordarnos de cuando esperábamos minutos para que nuestro modem bajara aquellos pocos kas, darle al vicio de los minijuegos y horrorizarnos de las presentaciones que en su época considerábamos cañeras. 



¡Que viejo soy!


2 comentarios:

prekes sodui