Seguro que tienes algún iluminado diciéndote que te pases a una cosa que se llama Linux, que podrás hacer lo mismo, aunque algunos juegos no irán, Word solo va en versión web, Chrome se llama Chromium... Vamos, un lio. Y no te digo el día que tengas que retocar una imagen a la carrera y tengas que empollarte un manual de GIMP para lo que hacías en tu Photoshop pirata en un segundo.
Pues tienes una opción, seguir usando Windows cuando tengas prisas o algo no sepas hacer, y usar Linux poco a poco para irte adaptando. Verás que, pasado un tiempo, Linux te parece más fácil y ágil y terminas borrando Windows porque es espacio inutil en tu disco. ¡Es lo que me paso a mí!
¿Interesado en tener Windows y Linux en el mismo equipo? Pues tranquilo, porque el proceso requiere muchos pasos, pero no son complicados y vamos a recorrer el camino juntitos.
Lo primero, siempre que te lances a hacer cosas importantes con tu ordenador, es tener una buena copia de seguridad de tus datos importantes y asegurarte de que funciona. No queremos que toques en donde no es y pierdas las fotos “cariñosas” de tu amorcito.
Primero vamos a hacerle sitio a Linux en tu disco duro. Necesitamos conseguir al menos 20 gigas en exclusiva para él. Pero con el tamaño que tienen los discos hoy en día, seguro que no es problema.
Pincha en el botón de “Inicio” de tu Windows, y escribe sin más “Herramientas administrativas de Windows”. Cuando empiezas a escribir el abre la búsqueda y tu solo tienes que ejecutarlas como administrador.
Selecciona “Administración de equipos”
Selecciona “Almacenamiento” Y ahora por fin “Administración de discos”
Aquí veras un montón de discos, dependiendo de cómo esté configurado tu equipo, pero el que nos importa es “C:”. Pincha en el con el botón derecho y selecciona “Reducir volumen”
Y ese espacio en negro que aparece, es donde vamos a instalar. Ya hemos terminado por aquí.
Lo primero, es entrar al menú de tu bios y decirle que arranque desde el pendrive que acabas de crearte. Eso varia en cada equipo, pero lo habitual es que pulsando ESC, F8 o F9 durante el reinicio se acceda a la bios o al menú de arranque. Si tienes problemas, busca en Google tu modelo de ordenador seguido de boot menu y seguro que te aparecen las instrucciones.
Cuando el equipo arranque desde el pendrive, tendrás una pantalla tal que así.
Por defecto, la instalación nos habla en el idioma de Shakespeare, pero nosotros buscaremos el español y lo seleccionaremos.
Ahora vamos a crear tu usuario, así que preséntate, no seas tímido.
Y ahora establece tu propia contraseña.
España tiene tres zonas territoriales, así que tengo que seleccionar la mía. En otros países habrá más o menos, solo selecciona la adecuada en tu caso.
Llegamos a la parte importante, hay que meter Linux en el disco. Como nosotros ya le habíamos reservado un sitio antes, solo le tenemos que decir que se meta el solo en el sitio vacío más holgado que encuentre. Ojo con tocar las otras opciones, porque puedes machacar a tu viejo Windows, y ese no es el plan... aun.
Este galimatías es como va a quedar tu disco. Debian te está pidiendo que confirmes que lo quieres así antes de hacer nada, porque un error aquí puede ser catastrófico. Solamente dile que sí, que escriba los cambios en el disco.
¿Estás seguro? ¡Que sí!
Selecciona el servidor que más te guste. Yo voy a tirar de los de mi país.
Ahora nos hace una pregunta que se podían saltar desde hace lustros. ¿Quieres participar en la estadística de programas más populares? Ya ves que por defecto te dice que no. No creo que nadie nunca haya dicho que sí. En todo caso, es irrelevante.
Y aquí viene una parte que te va a hacer torcer el gesto. Cuando tu instalas Windows, si o si instalas un administrador de archivos, un escritorio, una barra de tareas, un navegador, un bloc de notas... En Linux, puedes elegir. Todo viene empaquetado en “escritorios”, que es el conjunto de utilidades básicas con uno u otro aspecto (uno u otro programa). Los hay más vistosos, más ligeros, más parecidos a iOS, más parecidos a Windows.
Para que te hagas una idea, Plasma es muy vistoso y completo, además de uno de los más veteranos. LXDE es muchísimo más liviano, ideal para ordenadores más lentos, aunque sea un poco menos vistoso. Mi favorito es Cinnamon, que tiene un aspecto bastante clásico y no consume muchos recursos.
¿Cuál instalar? Pues si tu equipo va muy justito de recursos, instala LXDE o LXQT, en otro caso, puedes instalar varios e ir probando hasta encontrar el que te guste. Ni tan siquiera vas a tener que reiniciar el equipo para cambiar de uno a otro.
Bueno, pues dependiendo de cómo de rápida sea tu conexión y tu disco, tardaras un poco más o un poco menos en ver este mensaje que te dice que ya estás instalado. Reinicia y quita el pendrive.
Al reiniciar sencillamente se te pregunta si quieres iniciar Debian o Windows.
Ya solo queda poner tu contraseña y elegir el escritorio que quieras usar. Si cambias de opinión, solo tienes que cerrar sesión y repetir este paso con otro escritorio, así hasta que uno te guste.
Y si sientes la necesidad de volver a tu Windows de tu alma, reinicia y ...
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