lunes, 3 de marzo de 2025

Windows 10 se muere, no lo abandones por Linux. Al menos no lo hagas a la carrera.


 El próximo octubre, Windows 10 muere y miles de usuarios quedaran desamparados, ya que sus equipos no pueden actualizarse a Windows 11. Por la red hay mucho mesías anunciando que es la señal para el advenimiento, el “año de Linux en el escritorio”. No van a dudar en recomendarte que abandones Windows y te pases a Linux.

No lo hagas. Cambiar de sistema operativo, da igual que sea de Windows 10 a Windows 11 o a iOS lleva su tiempo y esfuerzo, tienes que buscar aplicaciones alternativas y en algunos casos, renunciar a tus favoritas. Mejor te recomiendo que pruebes Linux, sin dejar de tener Windows instalado. Es como salir de casa de tus padres, pero ir al portal de al lado.


Pongámonos en situación. Tienes tu Windows 10 y un PC que funciona bien, pero no te puedes actualizar por el procesador, el TPM o vete tú a saber que monsergas. Cambiar de equipo no es una opción y te asusta un poco quedarte sin actualizaciones de seguridad y que los virus y los hackers puedan comérsete vivo.

Seguro que tienes algún iluminado diciéndote que te pases a una cosa que se llama Linux, que podrás hacer lo mismo, aunque algunos juegos no irán, Word solo va en versión web, Chrome se llama Chromium... Vamos, un lio. Y no te digo el día que tengas que retocar una imagen a la carrera y tengas que empollarte un manual de GIMP para lo que hacías en tu Photoshop pirata en un segundo.

Pues tienes una opción, seguir usando Windows cuando tengas prisas o algo no sepas hacer, y usar Linux poco a poco para irte adaptando. Verás que, pasado un tiempo, Linux te parece más fácil y ágil y terminas borrando Windows porque es espacio inutil en tu disco. ¡Es lo que me paso a mí!

¿Interesado en tener Windows y Linux en el mismo equipo? Pues tranquilo, porque el proceso requiere muchos pasos, pero no son complicados y vamos a recorrer el camino juntitos.

Lo primero, siempre que te lances a hacer cosas importantes con tu ordenador, es tener una buena copia de seguridad de tus datos importantes y asegurarte de que funciona. No queremos que toques en donde no es y pierdas las fotos “cariñosas” de tu amorcito.

Primero vamos a hacerle sitio a Linux en tu disco duro. Necesitamos conseguir al menos 20 gigas en exclusiva para él. Pero con el tamaño que tienen los discos hoy en día, seguro que no es problema.

Pincha en el botón de “Inicio” de tu Windows, y escribe sin más “Herramientas administrativas de Windows”. Cuando empiezas a escribir el abre la búsqueda y tu solo tienes que ejecutarlas como administrador. 


Selecciona “Administración de equipos”


Selecciona “Almacenamiento” 

Y ahora por fin “Administración de discos” 

 

Aquí veras un montón de discos, dependiendo de cómo esté configurado tu equipo, pero el que nos importa es “C:”. Pincha en el con el botón derecho y selecciona “Reducir volumen” 



Pon el tamaño que quieres reducir, por ejemplo, yo te decía que 20 Gigas, lo que son 20480 megas y dale a reducir. 



Y ese espacio en negro que aparece, es donde vamos a instalar. Ya hemos terminado por aquí.


Ahora descárgate el Linux que te guste y crea un pendrive capaz de arrancar con Rufus o Ventoy o alguna aplicación similar que te guste. Yo voy a hacer este tutorial con Debian, porque es un sistema solido como una roca, pero tú puedes probar con otros sistemas como Mint, Ubuntu, MX... El caso es que cuando tengas el pendrive autoarrancable listo y un rato, pasamos a instalar.

Lo primero, es entrar al menú de tu bios y decirle que arranque desde el pendrive que acabas de crearte. Eso varia en cada equipo, pero lo habitual es que pulsando ESC, F8 o F9 durante el reinicio se acceda a la bios o al menú de arranque. Si tienes problemas, busca en Google tu modelo de ordenador seguido de boot menu y seguro que te aparecen las instrucciones.

Cuando el equipo arranque desde el pendrive, tendrás una pantalla tal que así.

 


¿Te esperabas una pantalla de texto y crípticos mensajes? ¡No! Todo es mucho más sencillo que lo que te han contado. Si quieres pantalla negra y letras blancas, dale a “Install”, pero como no queremos complicarnos y tener colorines y ratón, “Graphical install” es nuestra opción.

Por defecto, la instalación nos habla en el idioma de Shakespeare, pero nosotros buscaremos el español y lo seleccionaremos. 


Lo siguiente es seleccionar nuestro país, para que las opciones locales sean las adecuadas. 

Repetimos lo mismo con el idioma del teclado. 

Le damos nombre a nuestro ordenador. El que te guste, pero sin espacios. 

Como estamos en casita, no lo vamos a unir a un dominio de Windows, eso se lo dejamos a los que lo estén configurando en una oficina de una multinacional. 


El Linux siempre existe un usuario administrador que es el que puede instalar y modificar cosas en el equipo sin restricciones. Se llama root y es conocido como Dios. Ponle una contraseña segura y que puedas recordar, porque la necesitaras para hacer configuraciones e instalaciones. 


Ahora vamos a crear tu usuario, así que preséntate, no seas tímido. 


Vale, hechas las presentaciones, dile a Linux como te debe llamar, cuál es tu nombre de usuario. No puedes usar minúsculas ni espacios. 


Y ahora establece tu propia contraseña. 

España tiene tres zonas territoriales, así que tengo que seleccionar la mía. En otros países habrá más o menos, solo selecciona la adecuada en tu caso. 

 

Llegamos a la parte importante, hay que meter Linux en el disco. Como nosotros ya le habíamos reservado un sitio antes, solo le tenemos que decir que se meta el solo en el sitio vacío más holgado que encuentre. Ojo con tocar las otras opciones, porque puedes machacar a tu viejo Windows, y ese no es el plan... aun. 


Aquí confesamos que somos novatos y le dejamos que lo meta todo junto. Ya habrá tiempo para heroicidades en otro momento. 

 

Este galimatías es como va a quedar tu disco. Debian te está pidiendo que confirmes que lo quieres así antes de hacer nada, porque un error aquí puede ser catastrófico. Solamente dile que sí, que escriba los cambios en el disco. 


¿Estás seguro? ¡Que sí! 


Tras un ratito con la instalación, nos pregunta si hemos preparado más pendrives o dvd’s de instalación, cosa que no hemos hecho. 


Vale, no hemos bajado muchas cosas desde la red, pero para eso tengo internet, así que le vamos a decir que mire en sus servidores las actualizaciones y el software opcional que podemos instalar. 


Selecciona el servidor que más te guste. Yo voy a tirar de los de mi país. 


Y estas son las opciones de servidores que hay en España. Tranquilo, todos los servidores tienen lo mismo, solo se diferencian por lo potentes que son y quien los mantiene.  


Le decimos que no usamos proxy, que eso es cosa de empresas y universidades. Yo estoy en casa. 

Ahora nos hace una pregunta que se podían saltar desde hace lustros. ¿Quieres participar en la estadística de programas más populares? Ya ves que por defecto te dice que no. No creo que nadie nunca haya dicho que sí. En todo caso, es irrelevante. 


Y aquí viene una parte que te va a hacer torcer el gesto. Cuando tu instalas Windows, si o si instalas un administrador de archivos, un escritorio, una barra de tareas, un navegador, un bloc de notas... En Linux, puedes elegir. Todo viene empaquetado en “escritorios”, que es el conjunto de utilidades básicas con uno u otro aspecto (uno u otro programa). Los hay más vistosos, más ligeros, más parecidos a iOS, más parecidos a Windows.

Para que te hagas una idea, Plasma es muy vistoso y completo, además de uno de los más veteranos. LXDE es muchísimo más liviano, ideal para ordenadores más lentos, aunque sea un poco menos vistoso. Mi favorito es Cinnamon, que tiene un aspecto bastante clásico y no consume muchos recursos.  

¿Cuál instalar? Pues si tu equipo va muy justito de recursos, instala LXDE o LXQT, en otro caso, puedes instalar varios e ir probando hasta encontrar el que te guste. Ni tan siquiera vas a tener que reiniciar el equipo para cambiar de uno a otro.  

Bueno, pues dependiendo de cómo de rápida sea tu conexión y tu disco, tardaras un poco más o un poco menos en ver este mensaje que te dice que ya estás instalado. Reinicia y quita el pendrive.


Al reiniciar sencillamente se te pregunta si quieres iniciar Debian o Windows. 

Ya solo queda poner tu contraseña y elegir el escritorio que quieras usar. Si cambias de opinión, solo tienes que cerrar sesión y repetir este paso con otro escritorio, así hasta que uno te guste. 


Y si sientes la necesidad de volver a tu Windows de tu alma, reinicia y ... 




De esta manera, te puedes ir acostumbrando poco a poco y decidir si te gusta Linux o no. ¡Y tampoco es que hayamos hecho nada extraño ni difícil!



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